Mi tesoro, mi tesoro…

Invierno, 0 grados en la calle, me pongo la bufanda, los guantes, el gorro, el abrigo y debajo de este no queda ya hueco para otro jersey más. Hace frío, mucho frío. Pero sé que en cuanto pase el umbral de la puerta de la empresa, me sobrará todo, y cuando digo todo es TODO.

Y… comienza la lucha en la oficina, unos frío, otros calor; llega hasta tal punto que se observan cintas adhesivas pegadas en las salidas del aire. La custodia del mando del aire acondicionado es similar al anillo en la película de “El hobbit”… mi tesoro, mi tesoro.

Pasamos de 0 grados en la calle (si el señor del tiempo ha sido generoso) a 30 en la oficina a una velocidad más rápida de lo que acelera un Ferrari en la parrilla de salida (directamente proporcional al tiempo que tardamos en empezar a moquear si la cosa, por suerte, no va a más).

Esta sinrazón de sube baja, pongo quito no debería tener cabida en los puestos de trabajo, aunque lo hayamos puesto en clave de humor, sí es serio decir que las condiciones ambientales del lugar de trabajo afectan de una manera muy directa en el rendimiento. El exceso de calor crea somnolencia y baja el ritmo de trabajo influyendo en el desempeño y productividad. El exceso de frío entumece los músculos creando problema musculo-esqueléticos, así como que reduce la capacidad de concentración aumentando las distracciones. Los temblores llevan a que nuestro cuerpo se centre en solventar la situación por medio del movimiento prestando toda su atención a vencerlo y haciendo que se relaje de tareas ajenas que no tienen nada que ver con su necesidad de supervivencia. Y desde un punto de vista organizacional, todo ello repercute en el absentismo debido a catarros y otras dolencias.

Todo esto se llama estrés térmico, es decir una situación que nos lleva a que nuestras capacidades de desempeño se vean mermadas repercutiendo en los resultados y todo por un aparatito que no se maneja de una manera responsable.

Según la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, la temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17 y 27º teniendo en cuenta que las vestimenta en los meses de invierno crean ya de por sí una capa de aislamiento, permitiendo que se pueda tener una adaptación entre el clima interior y exterior evitando disconfort y estrés térmico a los trabajadores.

Y ahora sí Sr. Frodo, ha perdido su tesoro.

Autor:

Soy afortunada, encontré mi vocación y la convertí en mi profesión. Tengo una amplia experiencia en gestión del capital humano de las organizaciones. ¿RRHH? No, Personas. "Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas". BERTRAND ARTHUR W. RUSSELL

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